El elemento para la trascendencia humana que propone la white economy (que podría darse por sobreentendido), se
convierte muchas veces en el eslabón más débil de la gestión estratégica de las organizaciones.
El concepto central de la orange economy (economía naranja) es la transformación. Esa mutación o cambio debería ser, desde nuestra óptica, más radical o disruptiva rompiendo el status quo o la sabiduría convencional.
Transformar una idea siguiendo una metodología para conseguir como resultado un bien o servicio cultural cuyo valor está determinado por su contenido de propiedad intelectual1 , no es tarea fácil. En primer lugar, el resultado debe generar un beneficio, sea este a manera de rentabilidad o superávit y luego, para obtener el resultado ejecutar una serie de etapas conectadas entre sí. Es decir, el proceso es ordenado con picos y valles de discusión creativa, incluyendo siempre una estrategia de por medio. Este es el primer gran obstáculo del diseño estratégico: no se tiene claro cómo llegar desde una idea etérea y emocional a un producto creativo que genere valor incremental en un mercado y que además sea rentable.
El challenge thinking es un ciclo o bucle creativo interesante2 . Parte de información que se conecta para convertirse en conocimiento, pero su punto central está basado en un desafío y una creencia profunda. El desafío no es otra cosa más que solucionar problemas y aprovechar oportunidades de mejor manera. Lo interesante es que problemas y oportunidades se tienen que descubrir para un contexto que todavía no ha sido creado. Se trata entonces de diseñar el futuro, y a las personas no nos gusta…
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