Hace poco apreciamos una película de la relación que tuvieron Anthony Charles Lynton Blair (Tony Blair), ex primer Ministro Británico y William Jefferson Clinton (Bill Clinton), ex Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. Realmente nos llamó mucho la atención su manera de actuar como figuras políticas gravitantes en el mundo. Sobre todo, habría que resaltar el carisma personal de Tony y Bill, esa capacidad de comunicación y fomento del diálogo; no sólo en los momentos difíciles que ambos tuvieron que enfrentar en sus gobiernos, sino en cualquier instancia de su vida privada.
Esto nos lleva, necesariamente, a hacernos ciertas preguntas poderosas: ¿qué tiene de especial el liderazgo de estos personajes?, ¿cuáles son sus instrumentos de motivación para llegar a la gente?, ¿cuándo tienen que tomar decisiones complejas, cómo lo hacen? Parece ser que a pesar de su naturaleza humana y de los tropiezos que puede haber en el camino producto de esa naturaleza (recordemos el caso “Mónica Lewinsky” que llevó a Bill a mentir); se cumple en general con Blair y Clinton, lo que el profesor Fredy Kofman llama “Liderazgo consciente”. Ambos demostraron responsabilidad, integridad esencial, humildad (si no está muy seguro mire la película “The especial relationship”), buena conducta, comunicación auténtica, negociación constructiva, coordinación adecuada y competencia emocional (Bill reconoció su falta ante el pueblo norteamericano y realmente emocionó).
Pero además, podemos ver estas actitudes conscientes desde una perspectiva de cualidades “soft” y “hard”, que complementan el análisis anterior:
CUALIDADES SOFT |
CUALIDADES HARD |
Provocar positivamente | Tener capacidad de visionar |
Comportamiento carismático | Fijar metas y objetivos |
Tener valores y principios definidos y sostenerlos en el tiempo | Planificar estratégicamente y estar pendiente de los detalles operativos |
Hablar lo necesario e inspirar con el ejemplo | Advertir cuando las cosas se desvían de lo esperado |
Hablar a través de metáforas e historias personales | Dar órdenes directas y sin vacilaciones basadas en hechos y circunstancias |
Actuar con justicia | Ofrecer recompensas intrínsecas y extrínsecas basadas en el esfuerzo y resultados |
Comunicar públicamente | Contratar a los mejores para los puestos clave |
Fomentar la mejora de relaciones a través del diálogo | Ascender a las personas que se lo merecen |
Fomentar el aprendizaje de otras personas, culturas y países | Establecer sistemas de control de gestión con indicadores |
Nos parece un buen momento para una evaluación personal. No tendremos que dirigir un país o un gobierno como Bill o Tony; pero si una empresa, un equipo de trabajo, una familia y su componente principal: las personas. Cualquiera de los elementos anteriores aplica para una práctica coherente de liderazgo en un sinnúmero de situaciones de nuestra existencia. Cuesta mucho adquirir las actitudes necesarias, pero su repetición consciente nos lleva al hábito, y del hábito al éxito hay un pequeño paso. Lo relevante: usar las herramientas para ganar credibilidad como líder y llevar a que los demás hagan el resto.