El futuro ya no es la continuación del pasado. No lo era antes de la gran pandemia, menos ahora que este evento único (pero repetible) ha cambiado las estructuras más profundas de la sociedad, comenzando en primer lugar por un miedo generalizado a enfermar gravemente; y luego, a los problemas económicos producto del confinamiento obligatorio y al cambio de comportamiento instantáneo en el consumo de las personas. Esto no quiere decir que los aprendizajes adquiridos en el pasado no sean relevantes. El problema radica en que quedarse “anclado” en ese pasado porque en algún momento funcionó para generar bienestar para la sociedad, y no evolucionar a un nuevo paradigma que ha sido acelerado por el ataque de este enemigo oculto que es el virus. El concepto de generar valor de manera rápida no es nuevo.
Para crear valor se necesita un alto desempeño y eficiencia, pero también velocidad. Como menciona Thomas Friedman(1), el año 2007 estableció un antes y un después en el crecimiento tecnológico: se introdujo al mercado el primer Iphone, Twitter comenzó a progresar a escala global, Satoshi Nakamoto (seudónimo) inicio los estudios de bitcoin y blockchain, Amazon lanzó Kindle, IBM inició la construcción de Watson (ordenador basado en computación cognitiva) y el sistema Android apareció para cambiar el estilo de vida de la gente; fue el inicio del crecimiento exponencial de la energía eólica y solar, y el decrecimiento exponencial de costo de la secuenciación del ADN (actualmente tiene un precio menor a $100 dólares). Entonces, el mundo y las organizaciones en el contexto del ecosistema económico, tenían una fuerte presión para la adopción de tecnologías que muchas veces sobrepasaban la capacidad de entendimiento de personas y organizaciones.
La convergencia tecnológica transformó los modelos de negocio. La inteligencia artificial es para en este siglo lo que la electricidad fue para la era industrial; el aprendizaje y toma de decisión de las máquinas junto con la ciencia de los datos ha logrado modelos precisos de predicción, que luego son protegidos en una base de datos inviolable conocida como blockchain; la computación cuántica acelera cualquier proceso y cálculo en pocos pasos; la biotecnología transforma alimentos que será fabricados en impresoras 3D o 4D; y, las personas están dispuestas a ser controladas por billones de sensores conectados con la finalidad de encontrar seguridad y apoyo en las tareas diarias o en momentos difíciles como el actual.